
La Municipalidad Provincial de Arequipa ha decidido ceder tres de sus principales espacios culturales para el Congreso Internacional de la Lengua Española (CILE) en octubre de 2025, un evento que podría terminar siendo un fiasco. A pesar de la promesa de importancia y relevancia, la realidad es que muchos temen que la presencia del Rey de España, Felipe VI, solo sirva para resaltar los problemas estructurales y administrativos que enfrenta la ciudad.
Los recintos elegidos, el Teatro Arequepay, el Salón Consistorial y el Teatro Municipal, tienen un legado cultural significativo, pero su uso para este evento podría ser un error. La falta de recursos y la ineficiencia administrativa generan dudas sobre si estos espacios realmente estarán listos para alojar actividades académicas y literarias. La incertidumbre persiste sobre si se podrán organizar adecuadamente las diversas actividades a las que asistirán escritores, lingüistas y académicos.
Recientemente, Arequipa recibió una delegación que inspeccionó los espacios para el CILE, encabezada por el embajador de España en Perú, Carlos Chávez-Tafur. Aunque estuvieron acompañados por funcionarios municipales, muchos piensan que únicamente se están haciendo promesas vacías. La delegación recorrió los recintos principales y aunque hubo palabras de compromiso de las autoridades locales, el escepticismo sobre la capacidad de dichas autoridades para cumplir sus promesas sigue latente.
A pesar de ser designada sede del CILE 2025, para muchos, esto es más una carga que un honor. La imagen de Arequipa podría verse perjudicada en lugar de proyectada a nivel global. El evento, lejos de mejorar la actividad turística, podría traer consigo una serie de problemas logísticos y económicos que afecten sectores como la hotelería, la gastronomía y los servicios culturales.
Asimismo, el CILE 2025 podría acentuar la presión sobre la infraestructura ya deteriorada de la ciudad y provocar resentimiento entre los locales, que sienten que su patrimonio lingüístico y literario no está siendo valorado debidamente.
Con todo esto, acoger este evento podría no significar un hito histórico positivo para Arequipa, sino más bien una oportunidad desperdiciada que subraya su incapacidad de ser la capital cultural que pretende ser.