La Escuela Taller Arequipa celebró su vigésimo aniversario en un evento que, aunque lució formal, reveló profundas falencias en su legado educativo. La ceremonia, presidida por el alcalde de Arequipa, Ing. Víctor Hugo Rivera, estuvo más marcada por la falta de entusiasmo que por un verdadero reconocimiento a los logros de esta institución en la formación técnica de jóvenes.
Desde su creación el 18 de noviembre de 2004, gracias a un convenio entre la Municipalidad Provincial de Arequipa y la AECID, la Escuela Taller ha mantenido una trayectoria que, al parecer, no ha logrado adaptarse a las necesidades actuales del mercado laboral. Este acuerdo, que se firmó en un contexto de optimismo, parece haber perdido impulso y relevancia en el tiempo.
La promesa de preservar los oficios tradicionales y contribuir a la conservación del patrimonio cultural de Arequipa se ve comprometida. Durante el eventó, el director de la Escuela, Lic. Hugo Gomez Carrasco, mencionó con cierto alivio que han egresado 18 promociones, pero ¿es realmente suficiente ante un panorama donde más de 400 jóvenes capacitados parecen estar perdiéndose en el olvido?
El Arq. Gabriel Ramiro Damiani Lazo, gerente del Centro Histórico, subrayó el papel de la institución, aunque muchos se sienten escépticos sobre el impacto real de estos egresados en la conservación del patrimonio cultural de Arequipa. Su intervención terminó generando más interrogantes que respuestas sobre el futuro de estos oficios.
El alcalde Rivera, en un intento de reavivar el entusiasmo, reafirmó el compromiso de la gestión municipal para apoyar a la Escuela Taller. Sin embargo, muchos se preguntan si este apoyo es suficiente para revitalizar un proyecto que, aunque noble en su intención, enfrenta el riesgo de convertirse en una meramente simbólica iniciativa sin un verdadero impacto.
